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Reporte de la semana

2009-02-27 00:00:00

Sigue viva la sombra del Caudillo

Por Leticia Carrillo

“En el campo de la política, la amistad no figura” es la tesis que, dicha por uno de los personajes, sostiene el director Julio Bracho en su película La sombra del caudillo, que se proyectó en días pasados en la Feria Internacional de Libro del Palacio de Minería.

Vale la pena señalar que muchos años después, el entonces Secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kisinger, decía lo mismo: “Estados Unidos no tiene amigos, sólo intereses”. Es la ley del Poder con mayúscula. La película, prohibida durante muchos años en México, casi hasta finales de los 80, está basada en una de las novelas más importante de Martín Luis Guzmán.

La proyección ocurrió el jueves 20, martes 24 y jueves 26, auspiciada por la Filmoteca de la UNAM y los críticos e investigadores de cine Germán Rodríguez Quiñones, Rafael Aviña y Carlos Martínez Assad quienes comentaron diferentes aspectos del filme emblemático de la censura al cine en México.

Y es que, para su película número 28, Bracho decidió mostrar al público los entretelones de la política mexicana posrevolucionaria en tiempos electorales. (Pero la política es la política en cualquier parte). De esta manera, vemos al General Ignacio Aguirre (Tito Junco) iniciar un recorrido, primero ambiguo luego más firme, hacia la postulación presidencial por el Partido Radical Progresista (PRP), lo que lo llevará a confrontarse con el favorito del presidente, el General Hilario Jiménez (Ignacio López Tarso), y más tarde a romper con el jefe supremo de la nación y el ejército, el Caudillo (Miguel Ángel Ferriz) .

El elemento clave que vemos en La sombra del caudillo es el doble juego y la simulación que llevan a cabo los principales actores de la trama -a excepción del Caudillo-: Aguirre dice que no quiere ser candidato a la presidencia de la República pero en el fondo es lo que más anhela y cuando decide entrar a la carrera presidencial visita a su adversario, Jiménez, para ponerse a sus órdenes con el fin de confundirlo y sacar provecho esta situación.

Por su parte, Jiménez, acepta de buena gana la candidatura que le ofrece el PRP para días después, rechazarla. Cuando habla con Aguirre lo hace defendiendo las causas populares al tiempo que se enriquece con la adquisición de haciendas.

Además, el Radical Progresista ofrece a los dos contrincantes el mismo puesto en días cercanos, motivado no por la afinidad ideológica con uno u otro candidato, sino con la perspectiva de incrementar su presencia en los puestos claves desde los que se ejerce el poder.

Este comportamiento, más la excesiva confianza en quienes lo rodean, terminan por hundir a Aguirre; al sentir cada vez más fuerte y cercana la posibilidad de sacar avante su candidatura a pesar de las preferencias personales del Caudillo, deja de tomar en cuenta el comentario que le hace el diputado Axkaná González: “En política los amigos más íntimos se vuelven los enemigos más acérrimos”.

Así es que cuando rompe con el Caudillo y pensando en la percepción pública que sus acciones podrían acarrear, desestima la opción de levantarse en armas. Presuntamente perseguido por la justicia militar, se refugia donde el General Elizondo (Víctor Manuel Mendoza) sin darse cuenta que se metió en la boca del lobo.

Pero tal vez no es que Aguirre fuera ingenuo, más bien,era más militar que político, entendiendo que en su momento estas dos esferas del poder se manejaban con distintas lógicas. Por lo tanto, el General Ignacio Aguirre desconocía que: “En la política mexicana sólo se conjuga un verbo: el de madrugar”.

Por otra parte, en La sombra del caudillo también se retratan otras prácticas de la política mexicana como el acarreo, la demagogia y la traición.

A pesar de las afectadas interpretaciones de algunos de los actores y como bien lo apuntó Emilio García Riera en su Historia documental del cine mexicano, la presencia de varios anacronismos en la cinta, sobre todo en cuanto a vestuario se refiere, desgraciadamente para México, La sombra del caudillo sigue teniendo vigencia a casi 40 años de haber sido realizada y a 80 de que la novela del mismo nombre fuera publicada por primera vez en Madrid, España.

Como dato curioso podemos decir que en el renglón puramente literario y cinematográfico, se podrían establecer semejanzas respecto al comportamiento que con las mujeres tenían el General Ignacio Aguirre y el General Andrés Ascencio de Arráncame la vida, estrenada en 2008 y basada en la novela homónima de Ángeles Mastretta. Así era entonces…