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Reporte de la semana

2009-03-18 00:00:00

La sangre iluminada deja nostalgia y soledad

Por Leticia Carrillo

La sangre iluminada, segundo largometraje de Iván Ávila Dueñas (Adán y Eva…todavía), será lanzado en DVD por Alfhaville Cinema el próximo 21 de abril. Correcamara.com entrevistó en exclusiva al director para que nos platicara de su película.

Correcámara: Iván ¿de qué trata La sangre iluminada?

IVÁN ÁVILA: La película habla de un fenómeno de transmutación en vida del que son víctimas seis personajes, ellos no saben muy bien por qué les pasa pero es algo que trastoca todo lo que ellos son o procuran ser. Cada determinado tiempo cambian de cuerpo y tienen que retomar la vida del nuevo que habitan con sus recuerdos y todo lo que ello implica y tratar de acostumbrarse, es como volver a empezar siempre.

El tema es la nostalgia y la desolación. Con la película buscamos extremar las consecuencias de la soledad contemporánea, partiendo del supuesto de que si el hombre común está solo, este grupo de gente está doblemente sola, no puede ir más allá, no puede ligarse a nada, tiene que desapegarse de lo poco que llega a tener, incluso de los cariños.

CC: Esto me lleva a preguntarme ¿qué o quién es lo que ama? o en realidad ¿a qué amamos, a un cuerpo, un alma, una combinación de los dos? Porque llega un momento en que Mateo –quien se enamora de Isabel- se instala en el cuerpo de Paloma.

IA: No sabemos esto pero en eso radica también la soledad de los personajes, porque tampoco es algo que se pueda compartir; tú no puedes andar por la vida diciendo que cambias de cuerpo porque todo mundo va a decir que estás loco. El único que tiene la inocencia y lo comunica es Hugo, el niño, quien se lo cuenta a su mamá que tampoco entiende lo que le pasa a su hijo.

CC: En los créditos iniciales vemos que la película está dedicada a José Carlos Becerra y Fernando Pessoa ¿por qué?

IA: José Carlos Becerra es un poeta mexicano de Tabasco que murió en 1973, es del círculo de Carlos Pellicer. Para mi gusto es uno de los mejores poetas mexicanos, muy olvidado, pero que me parece imprescindible.

Esta historia la escribí con José Ignacio Valenzuela, y cuando empezamos a hacerla yo estaba muy metido con Relación de los hechos que es mi libro de cabecera. La referencia a Becerra es por las atmósferas que él maneja en su libro, unos estados muy densos, muy profundos que me gustan mucho y que nosotros queríamos generar a través de La sangre iluminada.

Becerra dice: “el instante probable cuando la sangre intenta el ritmo del infinito” y eso era lo que estábamos buscando porque para nosotros el cambio podía ser más que el instante probable y ésta fue la ruta que agarramos para tratar de contar esta historia.

Hay gente que después de ver la película dice: “yo no entendí pero sentí ese estado” y esa era la idea, que se involucraran con el personaje porque en la historia nunca se menciona la palabra con la que puedes describir el fenómeno. Eso a la gente le cuesta mucho trabajo, nosotros queríamos armar un discurso que no tuviera esa explicación –como ocurre con mucho del cine norteamericano- pero que provocara las mismas sensaciones que el libro de Becerra.

Pessoa tiene que ver con que de alguna forma su vida podría ser una manera de explicar esta historia. Él me interesa mucho no sólo como poeta sino como artista conceptual. Pessoa hizo en el siglo pasado, lo que actualmente se está usando mucho: trabajar bajo un pseudónimo o un nickname y que una misma persona puede tener diferentes personalidades.

Pessoa tenía varios heterónimos y cada uno de ellos poseía una biografía y escribe diferente al otro. Es una mente increíble y lo más increíble es que eso se descubrió una vez que él murió. Hoy, todavía no se ha terminado de publicar su obra, es vastísima y como Bernardo Soarez escribió el Libro del Desasosiego que para mí es muy importante, terrible, fortísimo. En él Pessoa dice: “Yo vuelo siendo otro”.

CC: ¿Se podría decir que La sangre iluminada es un homenaje a Fernando Pessoa?

IA: Es una posible explicación de la vida de Pessoa, tratar de investigar el por qué Pessoa tuvo tantos heterónimos. Podríamos decir que a lo mejor él era un transmutante y dentro de esta idea, pudo tener personalidades tan diferentes para escribir todo lo que escribió.

CC: ¿Por qué estás interesado en este tema, el de la transmutación?

IA: Este tema fue como un pretexto, a mi lo que en realidad me interesa son las emociones más oscuras o más ocultas del ser humano. Me gusta pensar que toda la gente se relaciona con mis personajes como si fueran normales pero ellos ocultan algo y no lo pueden decir, es un secreto.

Yo empecé haciendo cortos normales, luego me cansé y me puse a hacer cortos más experimentales. Siempre he tenido esa tentación, ese gusto por usar el lenguaje cinematográfico para crear realidades alternas, paralelas. Te planteas un tema y vas llevándolo a jugar con la posibilidad de que no sea tan normal porque esa realidad alterna va a empujar a los personajes al límite de la emoción que queremos explorar.

Si quiero hablar de la nostalgia y de la soledad, llevo a los personajes a añorar todo porque no pueden tener nada, porque todo lo pierden a los dos días ¿qué peor soledad que un fenómeno que no te permite relacionarte?

CC: La fotografía también juega un papel importante en La sangre iluminada

IA: Sí, es un elemento que usamos junto con otros, como la banda sonora, para tratar de que todos confluyan en crear una sensación rara que en la vida real a lo mejor no se experimentaría, como cuando el personaje acaba de llegar a otro cuerpo, él no ve bien, todo está fuera de foco.

Lo común muchas veces es que se juegue con esos elementos para semejar la realidad y a mí justo lo que me gusta del cine es que no es la realidad sino una interpretación de.

CC: ¿Qué trataste de decir al iniciar la historia con un niño y acabar con un hombre mayor?

IA: Es como un poco metafórico porque si bien empieza en Mateo (Gustavo Sánchez Parra) por lo que se llega a saber de él en la historia, parece un ser muy elemental, muy primitivo, que ni siquiera se cuestiona lo que le sucede, se va de su casa porque no entiende lo que le está pasando pero sabe que va a cambiar de cuerpo.

Hugo (Jostein Rounstand) tiene la curiosidad y el valor de enfrentar su realidad y dice “me vale madres que tenga 8 años, ahorita vuelvo, voy a ver a mi esposa”; Eugenio (Enoch Leaño) es más como un adolescente, niega su condición, no quiere hablar de ello, no es muy consciente de eso, se enamora perdidamente de la prima, su familia le vale como un poco madres; después viene Paloma (Flor Payán) que es más analítica, trata de enfrentar su condición y es lo suficientemente clara como para darse cuenta de que no tiene futuro con la gente que quiere; Soriano (Jorge Zárate) vive un proceso de madurez pero también de crisis, de enfrentarse directamente con la soledad que implica el fenómeno porque ya le ha pasado varias veces y lo tiene muy razonado. Por último, Isaías (Joaquín Cossío) es como una especie de conclusión de los personajes, él sí tiene una labor más activa, es el primero que dice “vamos a organizar todo esto, saber que significa”.

También pueden ser como las etapas de la vida, muchas veces uno recuerda su pasado como si hubiera sido otro. Tal vez estábamos hablando de una sola persona y dividimos el personaje en seis, inventamos este fenómeno para empujar las emociones al límite.

CC: Hablando de nostalgia, veo en La sangre iluminada tu añoranza por Zacatecas, donde naciste.

Evidentemente al hablar de nostalgia, yo tenía que hablar de Zacatecas, tenía muchas ganas de filmar allá y sobre todos en sus campos, en sus espacios abiertos, son muy importantes para mí. Me gusta mucho haber nacido ahí, haber disfrutado de esa época.

CC: A través del personaje de Eugenio ¿estás haciendo un homenaje a los cineastas zacatecanos conocidos como los superocheros?

IA: Más bien tiene que ver con mi padre, que era un cineasta aficionado. Yo llegué al cine porque toda la vida viví nuestra historia filmada, yo era el staff de mi papá, toda la vida andaba cargando unas luces gigantescas de 500 watts, incluso aquí tengo el proyector de Súper 8 de él.

CC: ¿Cómo se conformó el elenco?

IA: El casting lo hizo Manuel Teil, con el que llevo trabajando desde que yo era asistente de dirección, repasamos el guión, él me hace propuestas y normalmente yo tengo una terna de prospectos. A veces uno escribe un papel y cierto tipo de actores en México no hay, la oferta de actores en México es limitada.

Yo quería trabajar con gente con buen rango actoral y eso es más difícil, el tipo físico lo puedes encontrar pero la gente con control de su rango de representación se pueden contar con los dedos. Dices: “físicamente está increíble, pero no da, no puede”.

En nuestra selección inicial estaban Gustavo Sánchez Parra, Flor Payán y Joaquín Cossío. No encontré otro que pudiera hacer el papel de Cossío entonces le hice casting y después, vi a tres personas más y dije: “ni sigamos, es Joaquín Cossío, era él a quien yo andaba buscando”.

Todo el trabajo para armar el personaje con Joaquín fue comunicarnos a través de la obra de Becerra. Él es un fan del poeta y cuando yo le conté que la película está basada un poco en su libro, me lo gané. Él no necesitaba aprenderse los diálogos, lo que era importante era el estado del personaje. Yo lo llamaba y le decía “mira Joaquín, este es el poema del día”.

Para los demás papeles hicimos un casting fuerte, para el de Paloma vimos a 30 actrices y después de verlas pensé: “yo quiero a Flor”. Para el papel de Zárate podíamos contemplar a dos o tres personas más, pero no hay muchas opciones. Por eso cuando se él desocupó de filmar otra película le hable para que entrara a la nuestra.

Además, por la técnica que manejo necesito actores muy, muy buenos porque si no, no pueden.

CC: ¿Cuál es esa técnica?

IA: Yo trabajo sin guión, es decir, yo tengo un guión pero los actores no lo conocen. El actor tiene una preparación muy larga respecto a la conformación del personaje pero no saben lo que van a hacer mañana.

CC: ¿Cual es tu objetivo con esa técnica?

IA: Busco cierta frescura, esa sorpresa la utilizo para reflejarla en la pantalla. Muchas veces cuando ellos se van a enterar de algo, se los voy guardando e incluso el mero día del llamado no lo saben, suelto esa información en la toma y la reacción que consigo del actor para mí es invaluable, es muy divertido trabajar con los personajes a eso, ellos se emocionan mucho y todos compartimos esa experiencia.