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2009-06-01 00:00:00

La demolición de los Churubusco (1992-1993)

Por Hugo Lara Chávez

El 20 de abril de 1993 murió, a los 82 años de edad, Mario Moreno Cantinflas. Los honores fúnebres que se le rindieron fueron verdaderamente grandes. El presidente Salinas hizo públicas sus condolencias por el deceso del otrora gran mimo mexicano. El cuerpo de Cantinflas fue velado en Galloso de Félix Cuevas, más tarde en el Teatro Jorge Negrete y finalmente en el Palacio de Bellas Artes, a cuyas puertas se agolparon 14 mil personas, según se ha documentado, convocadas para dar el último adiós al ídolo surgido de la carpas. La muerte de Cantinflas causó una conmoción nacional que no se había visto desde la muerte de Pedro Infante. Inmediatamente, el funcionariato pertinente organizó todo tipo de homenajes en memoria del célebre actor.

Siete días después se anunció la muerte de otro monstruo cinematográfico: los Estudios Churubusco-Azteca. Fundados en 1945 con capital privado de la transnacional RKO y de Emilio Azcárraga, los Churubusco pasaron a manos del Estado en 1958, cuando ya la crisis de la industria empezaba a acendrarse gravemente. Posteriormente, el uso de los platós cinematográficos fue disminuyendo, debido, por una parte, a su reemplazo paulatino por locaciones naturales y por otra parte, por las trabas sindicales que desalentaban la producción en los estudios. En esta inercia, muchos de los antiguos estudios cinematográficos o cierran (los Azteca, que se unieron a los Churubusco) o desaparecen (los Tepeyac, los CLASA) o se venden a la televisión (los San Angel Inn).

Hacia 1993, los Churubusco contaban con ocho foros de mil doscientos metros cuadrados cada uno, tres para televisión, laboratorio de revelado, camerinos, cuarto de edición, dos salas de proyección, salas de doblaje, salas de grabación, tanque para filmar escenas submarinas, planta de luz, zoológico, edificio para oficinas de productores, bodegas diversas, cafetería, restaurante y un extenso back lot en donde había algunos sets con lago y pueblos enteros. Además había otros edificios que albergaban a RTC, a IMCINE, a la Dirección de Cortometrajes y a otras entidades fílmicas.

Desde el comienzo de la administración del gobierno de Carlos Salinas, a raíz de la tendencia modernizadora, se comenzó a rumorar la posible privatización de los Estudios Churubusco y de los Estudios América. No era descabellado, pues, hacer tales conjeturas, si se toma en cuenta que las actividades de filmación dentro de los estudios habían dejado de ser negocio desde mucho tiempo atrás (si acaso, eran los laboratorios los que tenían una actividad más o menos constante). Además, la venta, desincorporación y liquidación de otras empresas paraestatales parecía indicar que la misma suerte correrían dichos platós.

Un diagnóstico de la situación de los estudios cinematográficos se reseña en el Plan Institucional 1989-1994 del IMCINE. En éste, se advierte que los estudios trabajan a un 50% de su capacidad, razón por la cual se desprenden otros problemas: uno, el deterioro de las instalaciones y del equipo existente en los estudios, ya que por la limitación de recursos no se han generado programas de mantenimiento preventivo de la infraestructura cinematográfica ni la substitución del equipo obsoleto; dos, la carencia de algunos servicios para la postproducción, lo que origina salidas de divisas; tres, la escasa renovación de cuatros técnicos; cuatro, la elevación de los costos en la producción cinematográfica originados por la inflación interna y devaluaciones; cinco, las carteras vencidas de montos significativos, tanto del sector público como de los productores privados, que se financian de esta manera indirectamente; y cinco, los adeudos fiscales, cuyos importes ascienden a varios miles de millones de pesos, no teniendo capacidad para pagarlos.

El mismo plan informa sobre los adeudos fiscales y pasivos de cada uno de los estudios cinematográficos. A diciembre de 1988, la deuda de los Churubusco sumaba un total de 5,228 millones de pesos, y la de los América ascendía a 307 millones de pesos.

En cuanto a los Estudios América su destino se decidió con la venta del paquete de medios de comunicación estatal, el cual incluía, además, a Cotsa, Imevisión (los canales 6 y 13), al diario El Nacional y a otras televisoras y radiodifusoras regionales. El 4 de marzo de 1993 se publicó en el Diario Oficial el procedimiento de registro y autorización de los interesados en participar en la subasta. La realización de ofertas se llevó a cabo el 16 de julio del mismo año, de la que resultó ganadora la empresa Radio Televisora del Centro, a cargo de Ricardo Salinas Pliego. El importe de esta operación ascendió a poco más de los 2 mil millones de nuevos pesos. Los Estudios América pasaron a manos de lo que se convertiría en Televisión Azteca (salvo el diario El Nacional, actualmente continúa en propiedad estatal, y Cotsa, cuya venta se decidió de otro modo, lo demás fue adjudicado al mismo grupo empresarial).

Pero el caso de los Churubusco entrañaba otras cuestiones más difíciles de sortear. Víctor Flores Olea, presidente de Conaculta al inicio del sexenio salinista, aseveró en marzo de 1989 que los Estudios Churubusco no serían vendidos. "Para nosotros los Estudios Churubusco son un sólido fundamento de la cinematografía mexicana sobre el que esperamos construir un nuevo cine de alta calidad, revivir las mejores etapas del cine mexicano reconocidas internacionalmente".[1]

La cosa no paró ahí. En marzo de 1990 la prensa informó de un análisis que realizaba Nacional Financiera en el que se consideraba la posible desincorporación de los Churubusco. Varios miembros de la comunidad fílmica manifestaron su desacuerdo y condenaron todas las acciones que pudieran conducir al naufragio absoluto de la industria cinematográfica nacional. El guionista Xavier Robles y el cineasta Julián Pastor, éste último secretario general de la sección de directores de la STPC, fueron unos de los voceros de este reclamo. "Los escritores de cine -señalaba Robles- jamás debemos permitir que estos estudios dejen de cumplir el propósito para el cual fueron construidos hace medio siglo. La llamada Fábrica de sueños debe seguir siendo el reducto cinematográfico más importante del país y del continente... y también como industria que busca su rescate y no su entierro". Por su parte, Pastor afirmaba: "El gobierno que desincorpora las empresas, es el mismo que tiene los precios del cine en la canasta básica, de modo que lo único que destaca es su incongruencia; que reprivaticen, que no haya subsidios, per no se puede ser tan incongruente: desaparecer todo lo que protegía a una industria y dejarla sin cobrar para que sea ella la que subsidie al público".[2]


Marco Julio Linares, director de los Churubusco, tuvo qué responder a la embestida de los rumores entorno a la venta de éstos. Sus argumentos, sin embargo, no fueron suficientes para detenerlos. Ignacio Duran, en una conferencia de prensa celebrada el 27 de marzo de 1990, aseguró que los Churubusco no serían vendidos, y que permanecerían bajo la administración del IMCINE.

No obstante, esta certeza se vendría abajo al cabo de tres años. Un proyecto ambicioso del Conaculta habría de sacar provecho a la inmensidad del terreno de los Churubusco. Merced a la preocupación de la comunidad cinematográfica, el Estado optó por desarrollar, a modo de concertación, un proyecto cultural procurando salvar lo mínimo indispensable para que los Churubusco continuaran funcionando, esto era conservar parte de su infraestructura, foros y laboratorios a cambio de que el resto del predio (la parte más amplia, donde estaba el back lot, algunas oficinas administrativas y otras áreas más de uso irregular) se convirtiera en la sede del flamante complejo cultural bautizado como el Centro Nacional de las Artes.

Ante el presidente Salinas, Rafael Tovar y de Teresa dio a conocer a la opinión pública, el 27 de abril de 1993, el proyecto del Centro Nacional de las Artes. Tovar reseña este proyecto de la siguiente manera: "El Centro reunirá  al Conservatorio Nacional de Música, a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, al Sistema Nacional para la Enseñanza Profesional de la Danza, y a la Escuela de Arte Teatral, actualmente pertenecientes al INBA, así como al Centro de capacitación Cinematográfica, dependiente del Instituto Mexicano de Cinematografía, en áreas subutilizadas del predio ocupado en la actualidad por los Estudios Churubusco, donde no figuran sus instalaciones productivas básicas. Se integra de este modo un espectro orgánico de las artes en el que disciplinas como el cine y el video, así como la fotografía en el caso de las artes plásticas, encuentran un lugar de confluencia y estímulo a la producción artística plural e interdisciplinaria. EL Centro Nacional de las Artes se basa en un nuevo concepto educativo para las distintas áreas artísticas, bajo los principios de interdisciplinariedad, vinculación con la práctica profesional y la investigación, y especificidad en la enseñanza artística".[3]

Este anunció cimbró a la industria fílmica, temerosa de que llegara el fin de uno de los pocos bastiones, más simbólico que eficaz, que todavía poseía. Rápidamente se apresuró el desalojo de las áreas que no continuarían en el lote de Churubusco (IMCINE, DIDECINE, el baúl cinematográfico, bodegas, etcétera). Es memorable el conflicto que surgió a raíz de la expulsión de Churubusco del zoológico de los hermanos Gurza. Estos hicieron público su disgusto porque no se había consultado a nadie sobre el nuevo destino de los Churubusco. Acusaron al CNCA de tomar medidas unilaterales y se quejaron ante diversos medios informativos de las anomalías burocráticas que prodigó el afamado proyecto cultural. Con todo y sus animales y mascotas, los Gurza fueron desalojados al fin y al cabo. La construcción del CNA fue verdaderamente acelerada. En noviembre de 1994, el presidente Carlos Salinas lo inauguró con acabados para ceremonia (es decir, solamente terminadas las fachadas de los edificios), pues estaba muy apurado de hacerlo antes de que concluyera su mandato.

Así, llegaba a su fin el más legendario de los platós cinematográficos nacionales. Sobre sus restos se levantaba, como el testimonio de la megalomanía salinista, un elefante blanco, espléndido y vigoroso, que ahora abre sus espacios a todas las manifestaciones y quehaceres culturales, siempre y cuando posean cuño oficialista.

D.R. HUGO LARA 1996



[1] MEMORIA DE PAPEL, Revista. EL CINE MEXICANO, .. Op.Cit, p. 38

 

[2] Ibídem, Op. Cit, p. 38

 

[3]  TOVAR y de Teresa, Rafael. MODERNIZACIÓN ... Op. Cit., pp. 309 y 310