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2009-02-25 00:00:00

Con permiso del editor

LA DUDA

Javier González Rubio I.

John Patrick Stanley es un dramaturgo de prestigio, más aun por haber ganado el afamado y respetado premio Pulitzer por su obra “La duda” que ha llevado al cine con bastante éxito de público y crítica. Ante fue el guionista de la muy lograda “Hechizo de luna” (Moonstruck), de la simpática “Joe contra el volcán” y de la aterradoramente mala “Congo”, basada en una novela de Michael Crichton, buen autor de best sellers como Jurasic Park y de la afamada serie de televisión ER de la cual también ha sido productor.

La duda es un tema excepcionalmente valioso y socorrido. Es una de las inquietudes que más alteran al ser humano. Sembrarla en otros en un momento dado puede incluso convertirse en un acto de maldad, a la vez que es posible que también lo sea, en otra circunstancia, de elemental justicia.

En el cine ha habido casos extraordinarios de dudas. De alguna forma, dado que tiene que ver con la honorabilidad de una persona, máxime si tiene relación con niños o adolecentes, viene a la memoria una de las mejores películas del legendario William Wyler: La mentira infame, (Children’s hour), basada en una obra de la inteligente y combativa Lillian Hellman, con guión de ella misma, y protagonizada por Audrey Hepburn y ShIrley Mac Lane. La trama es sencilla y devastadora: una alumna acusa a dos maestras dueñas de una escuela de tener una relación lésbica. Es bueno recordar que la película es de 1961.

Wyler (y Hellman, hay que reconocerlo) se las ingenian para manejar la esencia de la duda: siempre existe la posibilidad de que haya al menos un atisbo de verdad. Lo malo es cuando la esencia de la duda se da por un hecho.

En el caso, Wyler maneja el atisbo de verdad para intentar una cierta comprensión del lesbianismo soterrado en una de las protagonistas; la película se torna un alegato también contra la intolerancia.

Otro caso memorable de duda en el cine está también basado en una obra de teatro, es el de “Doce hombres en pugna”, escrita por Reginald Rose, quien también se ocupó de la adaptación para que la dirigiera magistralmente Sidney Lumet con un reparto encabezado por Henry Fonda y Lee J. Cobb. Por esta cinta Lumet se ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín.

Un jurado se reúne a deliberar sobre la culpabilidad de un muchacho negro acusado de matar a su padre. Más allá del tema racial, el conflicto hace que cada miembro del jurado vaya aflorando sus más acendrados conflictos y temores internos. Henry Fonda siembra “la duda razonable” sobre la culpabilidad del muchacho.

Las dos películas a las que me refiero son, como dicen los españoles, imperdibles.

Ahora recorre el mundo La duda, de Shanley, estelarizada por una Meryl Streep como Madre Superiora que no da tregua a su calidad histriónica, y un Phillip Seymour irreconocible después de Capote por su capacidad camaleónica para interpretar con brillantez al sacerdote sujeto de las dudas infames de la monja, rígida y conservadora en el New York de inicios de los 60. La duda sobre la conducta del sacerdote con un alumno la siembra la novicia que interpreta Amy Adams, inexplicablemente nominada al Oscar por una actuación que cumple.

En estos tiempos en que la iglesia católica ha sido tan vapuleada –con toda razón- por sus escándalos sexuales aquí y allá, La duda asume el tema, pero involucrando elementos emocionales y racionales íntimamente vinculados al ejercicio sacerdotal o monjil, desde la lucha de poder hasta los sentimientos de culpa y la falta de la caridad cristiana supuestamente imprescindible en “servidores de Jesús”.

La duda es un virus letal que va carcomiendo a quien lo toca, pero en este caso quizá lo más importante sea que termina por carcomer a quien más daño hace con ella.

La película se mantiene en una sólida sobriedad, sin embargo pareciera que la obra original, a pesar de las espléndidas actuaciones y de la dirección de arte, tuviera más fuerza que la película. Hay una cierta contención intencional que no le favorece, pero esa es mi impresión. Dejo al lector con la duda.